El hijo de la novia se transforma en una serie en inglés: Juan José Campanella cuenta detalles de la «nueva» historia

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Los Belvedere fueron responsables de litros de lágrimas derramadas. Quién no lloró con esa familia dueña de un bodegón que en medio de la crisis de 2001 atraviesa una tempestad emocional. Algo de esos seres que entraron en la historia cinematográfica argentina llegará a los Estados Unidos de la mano del mismo director, Juan José Campanella.

El hijo de la novia se transformará en una serie en idioma inglés, sin la magia del imbatible terceto Alterio/Aleandro/Darín. El producto será una suerte de «costilla» o inspiración, pero estará lejos de esa sensibilidad y de la atmósfera de nostálgica que ronda el tema Alzheimer, vejez y familias rioplatenses.

«El proyecto está hecho con Mediapro, para la televisión estadounidense», explica Campanella, quien estas semanas anda por Buenos Aires por el estreno de Empieza con D, siete letras, su obra, que sube a escena en su teatro, Politeama.

«En este caso será una familia latina en Miami y la película es el punto de partida. La historia se volvió icónica y la serie no se pudo hacer en la Argentina, pero siempre me quedaron las ganas de explorar la relación de ese padre con ese hijo y con ese amigo, hablar de familias hispanas multigeneracionales, con un padre inmigrante y un hijo nacido y criado allá. Una precuela«.

La precuela se refiere a una historia que se enfoca en los acontecimientos que se producen antes de los retratados en la película que da origen. «Vamos a trabajar, por lo menos en la primera temporada, en el momento en que el hijo decide volver a trabajar en el restaurante del padre. Bajo eso estamos dando el puntapié del guion. El camino nos llevará a otra familia con otra herencia y otra ubicación».

La película inolvidable

Recordemos un poco condimentos de aquel relato en el que el gigante Alfredo Alcón hizo un cameo como guiño: Rafael (Darín) dedica su vida al restaurante familiar, está divorciado, malhumorado y elude comprometerse con su novia. Para colmo, hace tiempo no visita a su madre, internada en un geriátrico y con mal de Alzheimer. Una cadena de acontecimientos lo obligan a replantearse el modo de vida, entre ellos, la intención que tiene su padre de cumplir el viejo sueño de su madre, casarse por la Iglesia.

Con semejante engranaje actoral que se logró en la producción original, la pregunta es qué esperar de los futuros protagonistas. «Diría que es imposible de igualar, vamos a tratar de hacer una cosa distinta, con personajes de una cultura diferente. No quiero de ninguna manera canibalizar la película, es decir que pierda sentido. Esa fue mi película más personal, porque tiene que ver directamente con la historia de mi familia, y fue para mí un antes y un después», avisa «Campa». «No voy a erosionar eso, sino tomar el punto de partida y agregar una idiosincrasia diversa. Una historia no ‘spoileará’ a la otra».

Habrá que agradecerle a Delfor Campanella, padre de Juan José, el disparador de este filme que en 2002 estuvo ternado al Oscar como Mejor película en Lengua Extranjera. El hombre había invitado a su hijo a cenar y le contó que quería cumplir su sueño: casarse por iglesia con Luisa, su mujer y madre de Campanella. El deseo no pudo cristalizarse porque Luisa padecía de Alzheimer y la Iglesia exigía «capacidad de discernimiento».

Después de aquella charla, el director supo que había encontrado la historia que buscaba: un padre que le pedía ayuda a su hijo para cumplir su sueño postergado.

Alterio, Darín, Aleandro y Campanella en 2021. (Archivo Clarín).

«Sueño con Pedro Pascal como actor», cuenta Campanella, sobre el chileno al que pudimos ver en Narcos, The Mandalorian y The Last of Us.

Fernando Castets, quien escribió junto a Campanella la historia, contó alguna vez: “Para la lectura del primer boceto recurrimos a Aída Bortnik, Eduardo Blanco y Ricardo Freixá. Aída, profesora, mentora y admirada guionista de películas como La Historia oficial y ‘La tregua‘ era nuestra amiga. Blanco era un amigo lapidario. Y Freixá habia sido el productor de El mismo amor, la misma lluvia. Éste último dijo: ‘Dos viejos, ella está enferma, al tipo le da un ataque… Muy personal, muy lindo, pero ¿quién va a querer ver esto?’«.

El tiempo pasó y la dupla Castets-Campanella llevó el guion a Pol-Ka. Adrián Suar leyó y decidió darle para adelante. Estimaba que sería «un éxito mediano, quizás 500.000 espectadores». Castets recordó en su momento: «Siendo Adrián un productor de éxito, nuestros prejuicios empezaron a hacer sonar la alarma. ¿Qué nos va a pedir? ¿Que se cure Norma? ¿Poner a los protagonistas del último éxito televisivo? Con temor, y sintiendo que el proyecto se había terminado, le pedimos que nos diga su comentario. Nos dijo que el protagonista, Rafael, era un gran mediocampista, pero no goleador. Le falta un motor interno».

La apreciación era justo lo que necesitaban para el golpe final. Finalmente, encontraron ese motor, ese propulsor, el resentimiento del personaje hacia su madre por temas del pasado. El «dibujo» entonces sí quedó perfecto y el rodaje comenzó en marzo de un año complejo, 2001, en San Telmo. Fueron ocho semanas de trabajo.

Campanella hoy vive hoy entre Nueva York y Buenos Aires. El vínculo de los Estados Unidos y el director de El secreto de sus ojos no es nuevo. Después de estudiar cine un Máster en Bellas Artes, en Nueva York, estrenó en 1991 El chico que gritó puta, sobre el caso real de un psicópata de 12 años y múltiple asesino. The Boy Who Cried Bitch -título original- fue una producción independiente protagonizada por Harley Cross y Karen Young, y rodada en la zona de Bronxville.

También suele prestar sus servicios allá en algunos episodios de series emblemáticas. El año pasado, por ejemplo, volvió a dirigir un capítulo de La ley y el orden: Unidad de Víctimas Especiales (UVE), una de las ficciones más exitosas, que estrenó su temporada 25. Ya había intervenido desde la dirección en el décimo episodio de la 6ª temporada, el vigésimo de la 7ª y el tercero de la 8ª. Otras series en su CV: House MD y 30 Rock.

Una de las escenas de «El hijo de la novia».

«Este será uno de mis intentos de escribir en inglés. La sensibilidad de la historia no es la de las series americanas, así que veremos que pasará. Yo solamente puedo escribir con mi sensibilidad, sea buena o regular. Veremos luego cómo se vende y si las plataformas o canales se ajustan a esta sensibilidad. No voy a trabajar adaptándolo a lo que otro quiera», agrega Campanella.

«La clave ahora será ese hijo que no quería pertenecer. Algo que me interesa mucho de los Estados Unidos es el rechazo de la herencia cultural. La anécdota de la película, el casamiento y demás no se va a contar, al menos no en la primera temporada».

Una curiosidad: Adam Sandler compró los derechos de El hijo de la novia alguna vez y el proyecto quedó en la nada. Hoy el catálogo de Netflix incluye la película argentina entre la descomunal oferta.

El inolvidable casamiento en «El hijo de la novia» (AP)

Sin la fija ironía de Eduardo Blanco y su falso sacerdote, sin referencias a Maradona y sin las callecitas de Versalles, difícil pensar que esta serie pueda enamorar a los argentinos. «El personaje de Darín es una mezcla de mi hermano, de Castets y yo», confiesa Campanella. «Muchos de los datos de la película ocurrieron en la realidad. Mientras buscaba esa historia, en un mismo mes yo me separé, me dijeron que mamá iba inevitablemente a un geriátrico y mi representante me comunicó que ya no podía hacer nada más por mi carrera. Todas malas. Y salió esto. En cierta forma mi vieja hizo la película».

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