La masividad de la respuesta que se dio desde abajo en la sociedad y las críticas mundiales a los dichos de Milei y su agenda patriarcal obligaron a todos a reubicarse. Después de varios días, fue el turno de Cristina Fernández, la exmandataria utilizó su cuenta de X para apuntar contra el presidente, pidiéndole “que afloje”, y en el marco de esa tibieza no mencionó la Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista de este sábado. Sintonía fina de campaña electoral.
Respuesta tardía y tibia frente a la ultraderecha
“Che Milei… ¿Cómo era ese verso que recitás cuando querés explicar qué es el ‘libertarismo’? ¿Era algo así, no?… ‘El profesor Alberto Benegas Lynch (h) dice que: el libertarismo es el RESPETO IRRESTRICTO DEL PROYECTO DE VIDA DEL PRÓJIMO, BASADO EN EL PRINCIPIO DE NO AGRESIÓN… y bla bla bla…’ Se ve que era pura sanata, porque en este Davos 2025 sólo te dedicaste a insultar, atacar y difamar a mujeres y homosexuales”, comienza la publicación de la exmandataria.
“¿No te parece que los argentinos ya tenemos demasiadas divisiones como para agregarle diferencias por el género o por las elecciones sexuales de cada uno?”. Continúa después, agregando un “Dejá que cada uno sea feliz“.
Si bien hace una crítica a los dichos de Milei, la misma llega tarde, y después de asambleas autoconvocadas masivas y muy radicalizadas para salir ahora a la calle contra todo este plan de ajuste. En efecto, en todas las asambleas del colectivo LGTB y feministas, hay una predisposición a luchar, actitud que se ve además en otros sectores que no solo apoyan y convocan a marchar este 1F, sino que ven en esta movilización un canal para volcar sus reclamos.
Fruto de esta reacción al ataque de la ultraderecha, es que la propia CFK se ve obligada a decir algo. Pero ¿Qué es lo que dice? Casi un pedido, apelando a conceptos que la ultraderecha dice defender, como “la libertad”, le pide que deje que cada uno haga lo que quiera.
En sí no es incorrecto, pero resulta flojo como pedido desde una referente política como ella. Milei es el presidente; más que dejar que cada uno haga lo que quiera, debe respetar y hacer respetar los derechos y las leyes, las conquistas que el movimiento feminista y disidente consiguió. Lejos de eso, le habla como amiga, le aconseja cambiar de chip y de discurso, y ser políticamente más correcto.
Algunos podrán decir que es parte de un lenguaje político necesario, pero a la vista de todas las acciones, más bien parece un lenguaje propio de una campaña electoral que Cristina ya empezó, y en la que, más allá de veranear en Monte Hermoso y en zapatillas, usará un discurso más acorde con lo que ellos llaman “los nuevos tiempos”, derechizado e intentando captar los votos perdidos. Una estrategia puramente electoral.
No es solo la moderación de la exmandataria, es una línea política que además intenta desmovilizar y confundir a quienes están en la calle luchando. Es una sintonía fina, pero que el PJ, en su variante política y sindical, viene aplicando: “esperemos”, apelando al desgaste de Milei y a no hacer olas, llegar a las elecciones y mejorar la performance en votos.
Mientras se sigue desarrollando un plan de ajuste terrible y un ataque brutal sobre nosotras y nosotros, nuestros derechos y condiciones de vida, Cristina se dedica a darle consejos a Milei, a pedirle que afloje un poco. No es aflojar, a la ultraderecha no se le aconseja, se la combate. Esto no va más, no podemos esperar. El 1F es una cita de honor y allí debemos estar.
No caigamos en la trampa…
Como línea a su base, muchos sectores del PJ empezaron a dar mensajes contradictorios, pasaron de “esto es fascismo” a “no caigamos en su trampa”, “no contestemos, no seamos violentos”.
La radicalización de los sectores independientes, autoconvocados y muchos no organizados los condiciona en sus planes de esperar o de apelar a salidas electorales o institucionales. Las consignas de juicio político o de frente antifascista no salen como lo votado o pronunciado por el activismo preocupado por este ataque desde el gobierno, y que reclama un plan de lucha. Ante esto, en algunos lados se dan formatos poco democráticos y aparatados, mostrando como “violentos” a los sectores más radicalizados, acusándolos de caer en la trampa que busca Milei.
Como siempre ocurre en espacios tan masivos, hay sectores desubicados y que buscan un protagonismo desmedido, pero el mensaje de “no radicalizarse” y ser mesurados no es para desubicados; es el mensaje que se pretende instalar desde algunos sectores del PJ. Contestemos con amor, con fiesta, con música, sin sacarnos, sin perder la cabeza, “como hacemos históricamente”.
El Orgullo es una fiesta, con música y con amor, pero también con contenido político, con respuesta, con lucha. Nada de lo que hemos conseguido en el movimiento feminista y disidente ha sido sin luchar, sin unir fuerzas, y lo hemos conseguido en la calle.
Esta cuestión no es menor. Que el orgullo se vista de color, de abanicos, de fiesta, no puede sacarle su contenido político, sus consignas, su mensaje. Estos sectores apelan a que ni siquiera se pueda construir un pliego de reivindicaciones. La Marcha del Orgullo antifascista y antirrascista debe ser una fiesta política, una respuesta contundente y masiva frente a un ataque que no es solo discursivo.
En la historia de la humanidad, y la propia de nuestro país, el pueblo no solo ha dado muestras de resistencia, sino de luchas y la radicalización de medidas, si fuera necesario. Pedir que no contestemos, que son necesarias las consignas, y después determinarlas por arriba, para hacerlas “más mesuradas”, es ser funcional a la ultraderecha.
A los dichos fascistas y racistas de Milei no los podemos solo confrontar con color; el color debe tener respuesta política, contundente. Combatir y dar la batalla cultural es parte también del plan de lucha para derrotar a Milei y todo su plan. No caigamos en la trampa del posibilismo, podemos frenar a Milei. Hay una fuerza enorme social que debemos unir hasta derrotar al gobierno.
No es libertad, es odio
LLA se enarbola en frases donde la palabra “libertad” aparece bastante, pero están lejos de profesar ese concepto, tanto dentro de su espacio, gobierno, como hacia el resto de los argentinos.
La única libertad que conocen es la del mercado, y la del mercado amigo mientras lo sea. Después no hay libertad que valga, es más, buscan un formato de gobierno más autoritario y rígido, donde todo sea “la voluntad” del ejecutivo, un formato casi monárquico; nada tiene de libertad.
La represión, la persecución, la censura solo son algunos de los ejes. Hay en desarrollo un intento de modificar el propio régimen, de gobernar por decreto, sin consenso, y desoyendo la ley fundamental, la propia Constitución Nacional. No es solo recortar los derechos o las conquistas, es poner en práctica toda una agenda medieval que nos ubica en un salto cualitativo del sometimiento. Milei odia a las mujeres y a las disidencias, no es un problema discursivo, o “que se le fue la mano”, es una política concreta contra estos colectivos, que se suma a una integralidad de medidas que van en ese sentido.
No practican la libertad, sino el odio. Por eso no solo hablan contra la diversidad y las mujeres, sino “los zurdos de mierda”, los zurdos que no solo lo combatimos, sino defendemos nuestros derechos. Por eso este 1F, seamos miles en la calle con nuestras consignas y nuestros reclamos, una marea humana que lo enfrente a Milei y su gobierno. Sigamos con las asambleas por abajo, y sigamos con las acciones de cara a construir un 8M y un 24M desbordantes y fuertes. Unamos nuestras luchas hasta derrotar a Milei.
Somos orgulloses, putos, lesbianas, trans. Somos zurdes, que no volveremos al closet, nunca más. Al closet, ándate vos, Milei. Y veremos quién corre a quién.