Se reencontraron después de 35 años y se casaron en un hospital antes de que él muera: «En otra vida vamos a volver a estar juntos»

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Mientras acaricia el hilo rojo que le rodea la muñeca, Amalia Chirivino (56) revive la electricidad que le recorrió el cuerpo el día que recibió el mensaje de Facebook de Néstor Mendizabal (59). Lo dejó presentarse, aunque no hacía falta. Sabía perfectamente quién era. Había estado esperando durante años volver a tener noticias de él, ese joven del que se enamoró cuando tenía 16 años y al que nunca había olvidado.

Amalia repasa esa increíble historia de amor desde una habitación del Hospital Ísola de Puerto Madryn. El sol que entra por la ventana y la sonrisa que se le dibuja en la cara al hablar de su pareja dibujan una escena que choca con la dura realidad que están viviendo. Néstor está internado en cuidados paliativos. Un cáncer de pulmón con metástasis en gran parte del cuerpo hizo que la situación fuera irreversible.

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Amalia y Néstor, en el momento de dar el sí en la habitación del hospital.

El viernes, en medio de ese dolor, la habitación se llenó de sonrisas y felicidad. Fue el día en que Amalia y Néstor se casaron, rodeados de familiares, amigos, médicos y enfermeros que los ayudaron a concretar el sueño que postergaron durante décadas. “En otra vida nos vamos a volver a encontrar”, se prometieron luego de dar el sí ante la funcionaria del registro civil que ofició la ceremonia en el hospital.

Por un rato, los dolores que aquejan a Néstor desaparecieron. En las fotos se lo ve sonriente, feliz. Llevaba puesto un pantalón y una camisa que le prestaron para la ocasión y disfrutó de dos porciones de una torta, haciendo honor a su fama de dulcero. Rodeado de sus afectos y junto a la mujer que ama, concretó lo que había imaginado 40 años atrás en la localidad de Sierra Grande, Río Negro, cuando se presentó ante Amalia con dos anillos.

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La torta que prepararon para la boda y la libreta de casamiento de la pareja.

Llevaban ocho meses de novios y la respuesta de ella no fue la esperada. “Yo interpreté mal las cosas, porque creí que él se quería casar en ese momento. Entonces le dije que me iba a casar cuando tuviera 23 años, no en ese momento, porque era lo que ya había pensado para mi vida. Entonces él se enojó, tiró los anillos y se fue”, cuenta Amalia.

Ese fue el inicio de una vida de desencuentros, en los que cada uno hizo su vida, se mudó de ciudad y armó su familia. Sólo se vieron en una fiesta de cumpleaños a la que ambos fueron invitados, pero se mantuvieron distantes porque los dos estaban casados. Tiempo después de reencontrarse, Néstor le preguntó a Amalia qué hubiera hecho sí él le hablaba esa noche. “Hubiese dejado todo para irme con vos”, la confesó ella.

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EL REENCUENTRO Y SU NUEVA PRIMERA CITA

Las vidas de Amalia y Néstor se bifurcaron luego de ese primer desencuentro. Ella se mudó a Chubut, primero a Madryn y luego a Trelew, donde se casó y tuvo dos hijos. Él se quedó en Sierra Grande, trabajando en la actividad minera, donde también se casó y tuvo cuatro hijos. Años más tarde, Néstor y su familia se trasladaron a Madryn.

“Yo me enteré de eso y cada vez que iba miraba para todos lados para ver si lo encontraba. Sólo nos cruzamos en esa fiesta, pero ambos éramos muy respetuosos de nuestra pareja y por eso no tuvimos contacto”, recuerda Amalia, sentada al lado de la cama de su flamante marido, donde pasa gran parte del día y de la noche. “Yo tengo que estar con él”, explica.

Néstor y Amalia, en un viaje que hiciero juntos por la ruta 40, desde Chubut a Mendoza.

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En 2019, el destino puso las cosas en su lugar. Néstor se había divorciado y ella estaba en el mismo camino cuando las redes sociales los volvieron a cruzar. La conversación empezó por Facebook y siguió por WhatsApp. 

“En diciembre de 2019 vine a Madryn por el egreso de mi sobrina y mientras estaba en la fiesta sólo prestaba atención al teléfono porque me escribía con él. No le dije que fuera porque yo tenía el divorcio en trámite y me parecía que podía ser una falta de respeto. Pero ahí me di cuenta que la cosa iba seria”, cuenta Amalia.

El encuentro se concretó poco después. Ella se animó a preguntarle si la quería ir a buscar al vivero en el que trabajaba. Néstor no dudó y media hora antes de que ella saliera ya la estaba esperando con su auto. Fueron a dar unas vueltas y a tomar mate. “Lo miraba y pensaba que, por más que hubieran pasado 35 años, seguía siendo el mismo. Me dije a mi misma que esta vez no lo iba a perder. Como él me encaró cuando yo tenía 16 años, esta vez me tocó a mí y le di un beso”, recuerda sobre el inicio de esa nueva oportunidad.

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LA PANDEMIA Y EL SUEÑO QUE TOMARON COMO UNA SEÑAL

Cuando la relación empezaba a consolidarse, llegó la pandemia. Vivir a distancia era un problema y muchas veces pasaban largos días sin verse. Uno de los fines de semana en los que pudieron encontrarse, Néstor le confesó que tenía algo que contarle. Le dijo que había tenía un sueño extraño y quería compartirlo. Amalia le respondió que le había pasado lo mismo.

“Nos sentamos en la cama, donde siempre charlábamos, y le conté que había soñado que caminaba por un calle oscura, con un piso de piedra. Tenía un vestido largo y llevaba una lámpara en la mano. Me di cuenta que se le empezó a transformar la cara. Me interrumpió y me preguntó si en ese sueño me encontraba con un hombre”, recuerda Amalia.

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Amalia y Néstor en un festjeo de cumpleaños de él, haciendo honor a su gusto por lo dulce.

Sin entender muy bien qué pasaba, ella siguió el relato onírico. “Le conté que ese hombre me decía que no estuviera sola en la calle. ‘Pero ese hombre era yo, soñé lo mismo’, me dijo. Entonces relacionamos nuestro amor con una vida pasada. Fue algo que nos unió aún más”, explica la mujer, que desde pequeña siente una conexión especial con el mundo espiritual.

Cuando la pandemia lo permitió, emprendieron un viaje por la ruta 40, a bordo de un Ford Falcon, en una experiencia que Amalia atesora como una de las más lindas de su vida. Luego decidieron irse a vivir juntos, proyecto que finalmente concretaron en 2023. Para hacerlo tuvieron que arrancar de cero, con una estructura armada con madera y una carpa adentro.

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Otra imagen del viaje que Néstor y Amalia compartieron luego de su reencuentro.

A muchos le costó entender la decisión de Amalia de decidir vivir en esas condiciones. “Mi hija me decía ‘te vas a ir a un lugar así, teniendo la posibilidad de estar en una casa con piso, luz, agua, cloaca’. Una amiga cuando me fue a visitar para mi cumpleaños lloraba y me decía que no podía vivir así. ‘Pudo estar así y mucho más, porque yo lo amo y los dos queremos hacer juntos algo nuevo, diferente’, le contesté. Y así lo hicimos”, se enorgullece.

LA ENFERMEDAD DE NÉSTOR Y LA DECISIÓN DE CASARSE

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Durante el trabajo para armar su nueva casa, Néstor comenzó a sentir molestias en un brazo. Los dolores fueron cada vez más fuertes y tiempo después empeoraron. Fue ahí cuando Amalia lo convenció de ir a ver a un médico.

El primer estudio encendió las alarmas. A partir de ahí comenzó un largo recorrido de consultas médicas en busca de respuestas. Hace dos meses, los análisis determinaron que el cáncer había avanzado demasiado. Hace una semana, los médicos le informaron que no se podía hacer tratamiento y que el único camino era internarlo para asistirlo en el manejo del dolor.

La pareja junto a Deliana Percaz, la médica que atiende a Néstor.

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A partir de su internación, Néstor comenzó a insistir en la idea de casarse. Le pidó a Amalia que fuera a hacer los trámites al registro civil y le comentó su idea a los médicos, que colaboraron en las gestiones para lograr que la ceremonia se realice dentro del hospital.

“Acá en el hospital hemos tenido un apoyo inmenso. Muchos piensan que ya no queda gente de buen corazón, pero se equivocan. Acá hay muchos”, remarca Amalia, con palabras de agradecimiento para todos los médicos y enfermeros que atendieron a su marido y le brindaron acompañamiento a ella.

El casamiento fue un oasis de felicidad en medio del dolor. Por un rato, las sonrisas coparon la habitación 16 del hospital, en una fiesta que convocó a todo el personal del centro de salud, donde la historia no pasó desapercibida.

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“Si en otra vida no logramos casarnos, ¿por qué no lo podíamos hacer en esta? ¿Y por qué no lo vamos a poder hacer en la otra? Nosotros hicimos un pequeño pacto. Nos colocamos un hilo rojo, que es el hilo que jamás se corta, y decidimos que 7 días a la semana, 365 del año, en otra vida, nos vamos a encontrar. Y esas fueron nuestras palabras, los dos juntos. Y así va a ser, porque él cuando se me vaya, el día que yo muera lo voy a volver a encontrar”, concluye Amalia.

El «altar» que armaron en el hospital para la ceremonia entre Néstor y Amalia.

Unos segundos después vuelve a mirar a su marido con ese amor inquebrantable. En su cabeza resuena un tema de Camilo Sesto. “De espaldas al mundo, de cara al amor, sintiéndonos dueños el uno del otro, solos tú y yo”, dice la canción titulada “Mi buen amor”, la forma en la que Néstor eligió llamarla el día de su boda.

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