Este domingo 18 de mayo, familiares de Zoe Contreras organizaron un bingo solidario para recaudar fondos y así poder llevarle a cabo estudios que podrían significar un cambio positivo en su vida. La mamá de la chica, Jacqueline Contreras, se refirió al evento que se llevará a cabo este fin de semana.
A los 8 años, la joven comodorense fue diagnosticada con una dismetría en sus piernas. Hoy, a punto de cumplir 12, continúa sin un diagnóstico claro.
Zoe es una niña de 11 años que se realizará estudios en Buenos Aires y ha enfrentado una serie de desafíos desde que le diagnosticaron dismetría en sus piernas, una condición que afecta la longitud de sus extremidades y que, en su caso, ha generado complicaciones en su desarrollo físico. A pesar de múltiples consultas médicas y estudios, sus padres aún no tienen claridad sobre su situación, lo que ha llevado a Jacqueline a buscar alternativas para obtener respuestas definitivas.
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“Es desgastante no saber. Hay días en que Zoe se siente bien y otros en los que le cuesta mucho caminar”, cuenta Jacqueline en su diálogo con ADNSUR con un tono de preocupación. La incertidumbre ha sido una constante en su vida, y es por eso que ha decidido tomar la iniciativa de organizar un bingo solidario, un evento que no solo busca recaudar fondos, sino también crear conciencia sobre la importancia de un diagnóstico adecuado en casos como el de su hija.
El bingo se llevará a cabo el 18 de mayo en el club de barrio de su localidad, y contará con diversos premios donados por comerciantes locales. “Queremos que sea un evento divertido, donde la comunidad se una por una buena causa. Cada boleto vendido es un paso más hacia los estudios que Zoe necesita”, agrega Jacqueline, quien ha estado trabajando incansablemente para hacer de este evento un éxito.
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La familia de Zoe ha enfrentado no solo un desafío médico, sino también emocional. Las visitas al médico se han convertido en una rutina agotadora, y la falta de un diagnóstico claro ha dejado a Jacqueline y su esposo con un sentimiento de impotencia. “A veces siento que estoy luchando contra un muro. Pero no me voy a rendir. Zoe merece saber qué le pasa y recibir el tratamiento adecuado”, afirma con determinación.
La situación de Zoe no es única. Muchas familias en Argentina enfrentan la misma problemática, donde diagnósticos tardíos o erróneos pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de los niños. Este bingo no solo es una oportunidad para recaudar fondos.
Jacqueline invita a todos a participar y colaborar: “no importa si no podes venir al bingo, cualquier aporte es bienvenido. Juntos podemos hacer la diferencia y ayudar a Zoe a encontrar respuestas”. Mientras tanto, la familia mantiene la esperanza de que pronto no solo tendrán un diagnóstico, sino también un camino claro hacia la recuperación y el bienestar de Zoe.
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Zoe tiene 11 años y una fortaleza que asombra. Su mamá, Jacqueline Contreras, la acompaña en una lucha que ya lleva casi cuatro años: encontrar un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado para la dismetría que afecta sus piernas y le impide llevar una vida como la de cualquier otra niña de su edad.
“Tiene una pierna más grande que la otra y eso le genera una diferencia en las alturas de las caderas. Hoy sufre muchísimo”, explica Jacqueline. El problema fue detectado por su pediatra cuando Zoe tenía 8 años. Desde entonces, comenzaron los estudios, las visitas a médicos, los viajes, las idas y vueltas, las contradicciones, la falta de respuestas y el dolor.
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“Vimos cuatro pediatras y siete traumatólogos. Ningún pediatra aún me puede dar un certificado para que mi hija no haga gimnasia. Ella hace gimnasia y llora”, cuenta Jacqueline, conmovida. “A veces hay humedad y sufre. Le dieron una sola vez 10 sesiones de kinesiología y nada más”.
El caso de Zoe es complejo. La familia ha consultado especialistas de diversas áreas: psicólogos, psicopedagogos, psicomotricistas, neurólogos, traumatólogos y hasta endocrinólogos, ante la sospecha de que su crecimiento se detuvo. Sin embargo, aún no hay un diagnóstico concluyente. Los estudios son muchos —resonancias, tomografías, placas— pero las respuestas, escasas.
“Nos tocó ver cómo todos los traumatólogos se peleaban. Uno decía que podía usar plantillas, otro que no. Uno que podía nadar, otro que no. Uno decía que podía hacer gimnasia, el otro que no. Todos nos dicen algo diferente”, relata la mamá. “Mi hija está cansada. Y yo también”.