Pasadas las 2 de la madrugada, Fuerza Patria publica en la red social X: «Estamos listos para cantar la marcha. Ajustando detalles. Ya sabemos como es esto. Todos unidos triunfaremos».
Estamos listos para cantar la marcha.
Ajustando detalles. Ya sabemos como es esto.
Todos Unidos Triunfaremos 🇦🇷#FuerzaPatria
— Fuerza Patria 🇦🇷 (@FuerzaPatriaBA) July 20, 2025
El peronismo tensó la interna hasta el extremo y las amenazas de ruptura cruzaron toda la jornada de cierre. La disputa -que en operaciones y trascendidos propios, por momentos, se perfiló irreconciliable- se da entre el kirchnerismo y el kicillofismo. El gobernador de la provincia de Buenos Aires llevó hasta el final su intención de «cantar canciones nuevas» y, apoyado en el interés local de sus intendentes, logró un acuerdo de cabezales más afín a su Movimiento Derecho al Futuro. Un oportuno apagón de luz, extendió el plazo para presentar las listas completas hasta el lunes, tanto para Fuerza Patria, como para La Libertad Avanza.
Hasta el momento, el gobernador logró imponer a su ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis para encabezar la primera sección (ahora un poco más populosa) y para la tercera (bastión histórico del peronismo) se hizo equilibrio en la vicegobernadora Verónica Magario avalada por Cristina Fernández de Kirchner. Se trata de candidaturas testimoniales, ya que lo más seguro es que ninguno de los funcionarios vaya a renunciar a sus cargos ejecutivos para asumir como legisladores. La vicegobernadora y presidenta de la cámara de senadores bonaerense, podría ceder su banca parlamentaria a Facundo Tignanelli, actual presidente del bloque de Unión por la Patria y afín a Máximo Kirchner.
Desde comienzos de año, Axel Kicillof ordenó el tablero electoral a su gusto al separar las elecciones legislativas bonaerenses de las nacionales. Lo que está en tratativas es el cierre definitivo de las listas de diputados y senadores provinciales, y de concejales. Fue una decisión puramente especulativa, donde no tuvo importancia el interés de los votantes, sino hacer pesar la gestión kicillofista y los intereses locales de los mandatarios municipales.
Así, el gobernador configura una elección que intenta encapsularse frente al debate nacional, motivo de discusión abierta con el cristinismo (proscripto en la figura de CFK), que viene augurando malos resultados, ante el ausentismo electoral que mostraron las elecciones desdobladas en otras provincias y en la Ciudad de Buenos Aires.
Más que unidad, el peronismo se encuentra en la tarea de remendar múltiples disputas locales de poder; a la vez que sutura de emergencia, con estas dos figuras testimoniales que encabezarán la campaña en los dos distritos más importantes en cuanto caudal de votos. Las negociaciones, que duraron hasta pasadas las 3 am, se mantuvieron entre Axel Kicillof, Sergio Massa y con Mayra Mendoza y Facundo Tignanelli en representación de un ausente Máximo Kirchner. Cristina Fernández de Kirchner intervino directamente, desde su prisión domiciliaria en la calle San José.
El kirchnerismo se jugó hasta último momento a poner a la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, a encabezar la lista de la tercera sección electoral. Hubiera sido otra candidatura simbólica de quien se tatuó un grillete en el tobillo para homenajear a CFK.
Pero las disputas intermunicipales entre Mendoza y otros intendentes del conurbano sur como Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Juan José Mussi (Berazategui), fortalecieron la resolución final que dio a Kicillof la opción de poner a su vicegobernadora a hacer campaña en favor de la gestión provincial, a la vez que el kirchnerismo podría asegurase la banca que luego cediera Magario. Las riñas no son de programa político, sino que involucran reparticiones de poder y de recursos: el año pasado, Mendoza y Ferraresi protagonizaron una pelea pública por los millonarios ingresos que capta el puerto de Dock Sud. Quién logra hegemonizar la conducción del peronismo, parece un tema lejano a saldarse.
Durante la tensa jornada de cierre -que no cierra del todo aún- el Movimiento Derecho al Futuro amagó con armar listas propias para presentar por afuera de Fuerza Patria. Un plan B con el que venían amenazando desde antes de la presentación de alianzas. A todo o no nada, para hacer prevalecer los poderes locales aliados al gobernador.
Sergio Massa, el último ministro de Economía de la gestión de Alberto Fernández, se mostró en un rol mediador durante todo el proceso de negociaciones. Según trascendidos, Massa habría gritado «¡Sino hay unidad no vamos a poder caminar por la calle. Nos van a putear los nuestros!». Las fantasmagorías del 2001 se insinúan en la crisis de representatividad política del régimen de partidos tradicionales y en un ausentismo electoral sin precedentes. El mensaje de Fuerza Patria, en la madrugada («Ya sabemos como es esto»), apeló a la paciencia ya colmada de un electorado que han acostumbrado a una rosca incomprensible. En una año donde amplios sectores del pueblo resisten al gobierno ajustador y entreguista de Javier Milei, mientras el peronismo sindical pacta una paz social cada vez más complicada.
Justamente a ese sindicalismo se muestra aliado Axel Kicillof, que aspira a ser candidato a presidente en 2027. A los pesos pesados de la CGT, que en cada manifestación se ven cuestionados por borrarse y no convocar a medidas de lucha. También el propio gobernador de la provincia ha sido cuestionado desde los conflictos obreros que dejan huellas sobre la Autopista Panamericana. «Yo, como compañero peronista, le estoy diciendo a mi compañero Axel Kicillof que ponga los huevos donde hay que poner, porque si no, es un cagón y si no, está operado para las empresas que gobiernan en la provincia de Buenos Aires”, lo interpeló un trabajador despedido de la empresa Secco, encargada de la reconexión eléctrica ante cortes masivos de luz.
Todo un símbolo ante el sorpresivo corte de luz que extendió el plazo para el cierre de las listas. Mientras el peronismo continúa enfrascado en internas, sin dar siquiera una respuesta contundente a la proscripción de Cristina, amplios sectores de trabajadores enfrentan la prepotencia patronal y el ajuste del Gobierno. Si hay algo que comparten todas las fracciones peronistas es la ambición de llegar al 2027, sin importar si eso ocurre «sobre tierra arrasada» por el gobierno de Milei.