Mauricio Macri dudaba. Días antes de la dura derrota en la Ciudad, donde se puso al frente de la fracasada boleta que encabezó la ahora invisible diputada Silvia Lospennato, no estaba convencido de acordar con los libertarios en la Provincia. Pero ese domingo 18 de mayo a la noche, mientras se hacían duros balances del resultado, Cristian Ritondo, el jefe del bloque del PRO en Diputados y principal artífice del acuerdo con LLA junto a Diego Santilli y a Guillermo Montenegro (intendente de Mar del Plata y hoy cabeza de la lista de la quinta sección electoral), fue taxativo. Le planteó al expresidente que había que hacer “borrón y cuenta nueva” y ponerse a trabajar en un acuerdo bonaerense con los libertarios para evitar otro tercer –o cuarto incluso– lugar en la Provincia. Macri asintió.
Ese fue el comienzo del sello de un pacto que lleva hoy a que en la boleta de LLA haya ocho candidatos “entrables” del PRO en las listas violetas.
A pesar de tres deserciones, el partido a nivel institucional trabajó para hacer crecer la boleta libertaria aunque no participó activamente ni del comando de campaña, ni de la estrategia, ni de la fiscalización, que se concentraron en Sebastián Pareja, presidente de LLA bonaerense (junto a sus colaboradores) y, sobre todo, en las indicaciones de Karina Milei.
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Las deserciones fueron altisonantes pero en el PRO esperan que no cosechen muchos votos: se trata de los intendentes Pablo Petrecca, de Junín, quien además encabeza la boleta de senadores provinciales de la cuarta sección electoral; María José Gentile, de 9 de Julio, y Javier Martínez, de Pergamino, quien acordó con Hechos, el sello de los hermanos Passaglia, en la segunda sección electoral.
En rigor, Petrecca es quien más arriesga: su cara está en la boleta de Somos, el acuerdo de la UCR con otras fuerzas, y además lleva al intendente de Chivilcoy, Guillermo Britos, tercero en esa lista. Milagros del mileísmo: Petrecca y Britos se detestaron durante muchos años pero la falta de acuerdo con LLA los acercó.
Con todo, en el PRO, Ritondo, Santilli y Montenegro fueron la cara visible de un pacto político electoral que, en verdad, se comenzó a gestar el año pasado cuando, por distintos temas vinculados al Congreso, los dos primeros se acercaron al presidente Javier Milei y a su hermana Karina. En el caso de Montenegro, fueron su gestión y sus gestos hacia la Casa Rosada los que lograron que naturalmente se diera un acercamiento.
La instancia electoral de hoy, de darse un buen resultado, podría convalidar la estrategia. Pero no solo eso: con una derrota también. ¿Cuál habría sido la cosecha electoral si el PRO iba solo o con otras fuerzas? Con los resultados, creen los tres dirigentes, se ratificará que fue la opción correcta.