Obligado por la crisis. El FMI sale a respaldar a un gobierno débil

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En medio de la tormenta política y económica que sacude al gobierno de Javier Milei, tras su contundente derrota electoral en Buenos Aires, el Fondo Monetario Internacional salió a respaldar públicamente al equipo económico. Una acción totalmente lógica en el medio de la crisis, pero el apoyo fue acompañado con advertencias sobre el impacto recesivo del ajuste.

La directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, mantuvo una conversación con el ministro de Economía, Luis Caputo, a principios de esta semana, en la que ratificó su apoyo al programa, pero también expresó preocupación por los efectos negativos sobre la actividad económica. Declaraciones, por lo menos un tanto cínicas, entendiendo que vienen de una funcionaria que exige reformas laborales y previsionales.

Este respaldo llega en un momento de extrema debilidad para el oficialismo, cuando los mercados reaccionaron con nerviosismo ante el resultado electoral y el dólar experimentó una fuerte volatilidad. El “lunes negro” posterior a las elecciones mostró la precariedad de un modelo económico que, en el último tiempo, cada vez se encuentra más lejos de realizar lo que prometía en un primer momento: cambios estructurales para garantizar las ganancias del empresariado y el pago de la deuda.

Julie Kozack, vocera del FMI, confirmó en su conferencia de prensa semanal que el personal del organismo “fue informado sobre las recientes intervenciones del Tesoro en el mercado de cambios”, las cuales fueron presentadas por las autoridades argentinas como “una respuesta temporal a la mayor volatilidad del mercado”. Sin embargo, Kozack advirtió sobre “la importancia de un marco monetario y cambiario transparente, consistente y predecible”, en lo que pare una señal de cautela frente a las medidas improvisadas que vienen caracterizando a la gestión libertaria.

El respaldo del Fondo Monetario no es gratuito ni desinteresado. El organismo necesita que Argentina cumpla con las condiciones del programa para recuperar algo de lo otorgado, y un derrumbe prematuro del gobierno pondría en riesgo esos objetivos. Por eso, mientras respalda públicamente la ortodoxia fiscal y monetaria, también presiona entre líneas para que se moderen los excesos restrictivos que están ahogando la actividad económica.

Kozack reconoció “el importante progreso en la reducción de la inflación”, que alcanzó una tasa mensual inferior al 2% durante cuatro meses consecutivos, y celebró “los superávits primarios logrados hasta agosto en el ámbito fiscal”. Pero simultáneamente lanzó una advertencia clara: “Las mejoras en el marco de gestión monetaria y de liquidez deberían continuar mitigando la volatilidad de las tasas de interés y los efectos negativos asociados sobre la actividad económica”.

Esta advertencia apunta directamente al corazón del problema: el gobierno convalidó tasas de interés cada vez más elevadas para contraer la cantidad de pesos en circulación antes de las elecciones, una política que efectivamente contuvo el dólar y la inflación pero que está estrangulando la producción, el consumo y el empleo. El freno económico es tan severo que, hasta el Fondo, un tradicional promotor de programas de ajustes, debe pedir moderación.

La conversación entre Georgieva y Caputo, así como las declaraciones de Kozack, ocurren en un contexto donde el gobierno insiste en no ceder “ni un milímetro” en su programa económico, como tuiteó Milei tras el respaldo inicial del FMI. Estas declaraciones chocan con la realidad de un país totalmente afectado por un esquema económico recesivo y un gobierno debilitado que cada vez se encuentra más acorralado.

En pocas semanas aparece una nueva evaluación con las elecciones nacionales de octubre, el cual puede ser un punto de inflexión mucho más contundente que el de los comicios bonaerenses, donde una nueva derrota podría acelerar la crisis del gobierno.

Mientras tanto, el gobierno buscará aprovechar cada señal de respaldo para intentar demostrar que, a pesar de todos los problemas que lo rodean, puede hacer pie. Sin embargo, al mismo tiempo se encuentra atrapado entre las exigencias del organismo multilateral y la realidad de un país harto de este nivel de ajuste. Contrariamente del apoyo fondomonetarista, las tensiones sociales y económicas continuarán. Los anuncios de veto a leyes como la de emergencia pediátrica y la de financiamiento universitario no serán algo que le salga gratis a Milei.

Este es el momento indicado para acelerar y terminar con el gobierno de coimeros, ajustadores y represores. En su mayor momento de debilidad, y cuando quiere acelerar sus ataques (como lo muestran sus anuncios de vetos), es cuando se deben unir todas las luchas para darle la estocada final a la gestión de Milei. Con esto, se terminaría cualquier tipo de relación con los organismos de dominación financiera, como lo es el Fondo Monetario Internacional, al cual no le preocupa el freno de la actividad económica, sino la forma en que mantendrá sus intereses a través del programa firmado con los libertarios.

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