Mariano Magnífico, la magnífica revelación de Pretty Woman que también enseña a escribir bien (y con humor) por Instagram

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Pasen y vean el instagram de Mariano Magnifico. Imperdibles tutoriales para hablar y escribir bien, que causan sensación entre educadores que lamentan no poder compartir ese material con sus alumnos, por el tono poco académico de las explicaciones. “Usemos la ortografía y no escribamos para el orto” es uno de los lemas de este artista que es, además de actor, cantante, bailarín y escritor, graduado universitario e influencer del idioma español.

Mariano Magnifico, a sus 32 años, es un divertido botones de hotel en Pretty Woman, en el teatro Astral, al que es imposible dejar de mirar cada vez que entra en escena, ya sea por cómo gesticula, canta o baila con enorme gracia. Y es también el artista callejero que hace tres años, durante siete meses, con un variado repertorio, cantaba a la gorra en distintas regiones de Italia.

“Es un personaje que en la película aparece muy poco”, dice Mariano de su papel en Pretty Woman -con Florencia Peña y Juan Ingaramo-. Pero sobre tablas, esa criatura cobra una dimensión mayor que en la pantalla grande. “Es un bufón que hace dupla con el Señor Thompson (Walter Canella). Es la cuota de humor verbal y físico en la obra”, dice.

Aunque su apellido sugiere que es artístico (así como Mirtha se puso “Legrand”, podría pensarse que Mariano eligió ser “Magnífico”), no lo es; este artista multifacético lleva en verdad ese adjetivo grandilocuente en su documento. “Es un apellido italiano, que viene de la región del Molise y va sin tilde”, explica el licenciado en Letras, recibido en la UBA, actualmente adscripto a la cátedra de Literatura Francesa de Walter Romero. “Digo que va sin tilde porque es europeo, pero en realidad creo que alguien lo anotó mal cuando se bajaron del barco los tanos”, dice.

“Yo hice una gran experiencia, que es ir a Italia, al pueblo de mis abuelos”, repasa. Corría el 2022. Mariano era jurado de Canta conmigo ahora, programa de Marcelo Tinelli; y estaba terminando las funciones de Así vuelvo, una obra de Aníbal Pachano.

Ya había sacado el pasaje, con el propósito de obtener la ciudadanía italiana in situ. Y antes de viajar, la editorial Galerna le propuso escribir un libro sobre nuestro idioma, que tuviera el mismo espíritu que sus contenidos en redes sociales, es decir, con humor; así fue que habiendo cruzado el océano y ya en la tierra de sus ancestros, surgió La divina lengua, paráfrasis de La divina comedia, de Dante Alighieri.

Para sobrevivir en Europa, se compró un pequeño parlante y “trabajé cantando en la calle”. Antes de su travesía por Italia -de algún modo, un viaje iniciático-, Mariano todavía ejercía la docencia. Era profesor en la escuela de Cris Morena, y también daba clases particulares. Dejó todo para vivir una aventura de la que volvió con un libro escrito y la decisión de protagonizar su propio espectáculo, homónimo del libro, que todavía sigue presentando.

Mariano Magnífico viene de una familia de docentes. Y él mismo enseño en colegios secundarios. Foto: Pedro Lázaro Fernández

Senderos que se bifurcan (o no tanto)

El teatro y las letras fueron por mucho tiempo “dos caminos bifurcados” para Mariano. “Hasta que apareció La divina lengua, que es un punto de unión entre dos cosas que a mí me generan mucho placer: el mundo de las letras y el teatro”, explica. “El gran debate sociológico del teatro que me ha atravesado siempre fue, en mi experiencia como actor: obras de culto versus obras para el populacho. Mi bandera está en acercar mensajes que tengan un valor cultural, pero que sean accesibles a todo el mundo”, dice y por eso tanto en las aulas, como en los escenarios y en las redes sociales mantiene esa coherencia que lo define.

El vestuario de La divina lengua se lo hizo su mamá. Y su papá manda mails a periodistas invitándolos a ver el espectáculo de su hijo. Es decir que sus familiares no solamente son sus fans, sino también sus colaboradores más fieles. “La enagua que uso en esa obra era del vestido de casamiento de mi abuela, uso juguetes que me prestan mis sobrinas… Soy muy sentimental”, asegura y confiesa que no está en pareja, pero aclara que no es porque espante a nadie corrigiéndole la ortografía.

“La gente que me conoce por las redes y después me ve personalmente, me dice que creía que era alto. No sé por qué piensan eso”, se pregunta. Asevera que su altura no es un complejo; pero sí es un tema recurrente en la conversación. “Tenía 6 años y era fanático de la película La Bella y la Bestia”, recuerda. Y en el 99 se produjo esa obra en la Argentina.

“En la revista de Cablevisión -cosa de otros tiempos, sin dudas- salió publicado el aviso de un casting”, cuenta. Buscaban a un actor para que interpretara a la “taza”. “Buscaban a alguien que tendría que agacharse abajo de una mesa y sacar la cabeza para que le colocaran encima la estructura de una taza”, repasa. La mamá lo llevó al casting y Mariano terminó llorando tanto, porque lo rebotaron por su baja estatura, que no fue más a una audición hasta después de su egreso del colegio Santo Tomás, de Ramos Mejía. Venció el trauma de las audiciones y así debutó en El club del hit, de los hermanos Alejandro y Matías Ibarra.

Apenas terminó el colegio secundario, comenzó a estudiar en el Instituto Coreográfico Argentino de Elizabeth de Chapeaurouge. Pero su familia lo impulsó a seguir también una carrera universitaria. “Yo era promedio 9,99 en el colegio. Abanderado”, resume. Y sus papás creían que tenía que aprovechar su “inteligencia”.

Fue así que se graduó en Letras y a continuación, estudió Filosofía. Le falta un final para recibirse de filósofo. “Pero no lo voy a dar. No me banco la pedantería académica”, dice. Después de muchos años en la universidad, reconoce que pasados los treinta, ya no tiene la paciencia ni la obsecuencia hacia los docentes que tuvo cuando era más joven. En el Conservatorio Manuel de Falla cursó la carrera de canto durante siete años, pero no la terminó. “La carrera dura como 15 años”, explica. Y a esta altura, hizo una opción: “Decidí ser mi propia institución”.

Fue profesor de Lengua y Literatura en escuelas secundarias durante diez años, hasta el 2021 -pandemia y sus consecuentes zoom de por medio-. Y se considera un profesor muy severo, aunque al mismo tiempo, dice que sus clases no distaban mucho de la forma en la que hace sus publicaciones en las redes.

A la conquista de la Avenida Corrientes. Mariano Magnífico y una postal porteña. En Italia, cantó en la calle para vivir. Foto: Pedro Lázaro Fernández

“Enseñé en sectores populares y en colegios acomodados. En todos lados. Yo vengo de familia docente. Mis padres y mis hermanas, todos somos docentes”. Papá, profe de historia; mamá, de inglés. Una hermana trabaja en el Ministerio de Educación; la otra fue secretaria y directora. “Todos atravesados por el estatuto”, resume. Como añora las aulas, de vez en cuando da charlas en colegios.

Invirtiendo en Instagram

Los videos de instagram son autogestionados. Los hace solo. “Intento subir dos videos por semana. Parece poco, pero es mucho. Lentamente fui invirtiendo en luces. Escribo los guiones, los filmo, los edito, los subo. Fui aprendiendo”, detalla.

Sus posteos sobre el idioma no coincidieron con su época de profesor de escuela. “Te voy a explicar por qué. Mis posteos nacieron cuando yo extrañaba dar clases. Yo quería trabajar como actor serio. Y quise dejar todo por la actuación. Y cuando dejo todo… me convierto en influencer de la lengua española. Es una gran locura para mí. Quería ser Joaquín Furriel y terminé siendo Charlie López, el profesor que enseña inglés en TN…”, bromea.

Claro que quiere ser actor serio, pero se formó en comedia musical -entre otras, participó en Kinky Boots– y produce comicidad. “Me empezó a pasar que cuando empecé con mi unipersonal y me fui inclinando por el humor, me aparecieron trabajos como el de Pretty Woman, donde hago un personaje decididamente humorístico. Pero me encanta hacer drama; por ejemplo hice Al bárbaro le doy paz, una obra de María Elena Walsh, dirigida por Pablo Gorlero”, afirma.

“La vida para mí es una divina comedia de verdad. Todo nos forma como las personas que somos”, dice a propósito de su paso como estudiante por colegios religiosos.

“Si bien me alejé de la iglesia, por haber elegido caminos más pecaminosos, por decirlo de algún modo, no dejo de ver todo eso que viví con mucha ternura. Mi primer acercamiento al canto fue con los villancicos navideños. Cuando mis viejos se iban de viaje, me dejaban con mi abuela y nuestro pasatiempo era rezar el rosario. Entonces yo ahora veo un rosario y pienso en mi abuela. Nada me ha hecho tanto daño. Por supuesto, la resignificación psicoanalítica que hago a diario me permite sanar… Pero principalmente rescato del catolicismo la idea de amar al prójimo y entender al otro en su diferencia”, expresa y resalta el concepto de generar comunidad.

“En La divina lengua, la gente hasta se da la paz”, dice, como sucede en las misas, porque uno de los personajes es un cura de un colegio.

«La divina lengua» es un espectáculo de Mariano Magnífico, que derivó en un libro luego de sus graciosos posteos sobre el idioma en Instagram. Foto: Pedro Lázaro Fernández

El lenguaje se vuelve insuficiente para hablar de este “magnífico”; versátil y talentoso, supo conjugar en la vida real su propia diversidad interior y exteriorizarla sin conflictos. Puede presentar una ponencia en un congreso universitario o bailar con desparpajo en una comedia musical de la avenida Corrientes, con la misma convicción. Parece haber encontrado la medida justa de las cosas. En su vida, convive la angustia existencial sartreana con el humor. “El humor hace que esa angustia sea tolerable”, describe la fórmula del equilibrio.

Reglas ortográficas

“Las palabras que terminan en ‘culo’ siempre llevan tilde», enseña con rigor académico a través de su instagram. El tono de las definiciones de Mariano Magnifico a través de las redes va por ahí. En lugar de “la letra con sangre entra”, sería algo así como “la letra con humor entra”.

Otro ejemplo (aunque para muestra basta un botón, va otra explicación de Magnifico). Para desarrollar el principio de economía del lenguaje, apela a algunas imágenes: «Ley del mínimo esfuerzo o pajerismo viviente».

Como no podía ser de otro modo, su eslogan es “hablá bien, forro”.

Información

Actualmente, Mariano Magnifico es parte del elenco de Pretty Woman, comedia musical en la que interpreta a un simpático botones, que se luce en escena aportando una gran dosis de humor al espectáculo que encabeza Florencia Peña, con dirección general de Ricky Pashkus, y que se presenta en el teatro Astral, de miércoles a domingo.

Mariano Magnifico se luce como un botones que canta, baila y actúa en «Pretty Woman». Foto: Pedro Lázaro Fernández

Mariano también actúa en Benito de la Boca, en el teatro de la Ribera, de jueves a domingo.

Tiene, además, su propio show, por el que “ando girando por varios lados”. Se trata de La divina lengua, que tendrá su próxima presentación, en el Regina, en fecha a definir.

Como también está en fecha a definir su presentación en la reapertura del teatro Argentino, con un concierto -piano y voz- en español, italiano, francés e inglés.

El año pasado escribió y dirigió un espectáculo para chicos, inspirado en Julio Cortázar, que se llamó Instrucciones para un mundo posible, y desea que pueda reponerse pronto. Y es director del grupo de humor Vox popurri.

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