A diez meses de su despido de la sucursal de Trelew del Correo Argentino, donde trabajó durante 18 años, Olga Norambuena recibió con incertidumbre las novedades que se registraron en las últimas horas en la causa judicial que inició contra la empresa del Estado.
Por un lado, el Juez Federal de Rawson, Hugo Sastre, elevó la multa contra el Correo por el incumplimiento de la cautelar que ordenó la reincorporación de Olga. La suma pasó de $500.000 por día a $800.000. En total, la empresa ya acumula una deuda de más de $30.000.0000.
Al mismo tiempo, la mujer recibió un telegrama que la citaba a realizar exámenes preocupacionales, como si tuviera que tramitar un nuevo ingreso. “Consulté a los abogados, porque nosotros al plantear que fue un despido discriminatorio, consideramos que yo nunca dejé de ser empleada. Finalmente fui y me los hice, porque no tengo nada que ocultar. Ahora estoy esperando novedades”, cuenta Olga en diálogo con
Aumentó la multa y el Correo Argentino deberá pagarle $800 mil por día si no reincorpora a la mujer despedida
Olga sufrió problemas de salud luego de su despido y se quedó sin obra social.
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A partir del despido sufrió problemas de salud vinculados a una enfermedad inmunológica que le diagnosticaron en 2013. “Tengo un problema pulmonar que se me había complicado porque al quedar sin obra social me costaba conseguir la medicación y la había dejado de tomar. Por suerte ahora estoy mejor. En todo lo que son enfermedades lo anímico influye muchísimo”, explica la mujer de 46 años, madre de una hija de 9.
Fue justamente la salud de la nena lo que más temor le generó. “Ella tiene síndrome de down y necesita terapias para acompañar su desarrollo. Tiene que que recibir atención de una psicopedagoga, psicóloga, terapista ocupacional, fonoaudióloga, etc. En algunos casos pudimos pagar particular y en otros no. Las profesionales me acompañaban muchísimo y entienden la situación”, resalta Olga.
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La nena practica patín artístico y gracias a una beca pudo seguir haciéndolo. “Se me cerró la puerta laboral, pero se me abrieron muchas otras gracias a la ayuda de gente que nunca lo esperé”, remarca. La colaboración de familiares y amigos, más la pensión que cobra por su hija, permiten garantizar que no les falte lo indispensable.
Mientras sigue de cerca lo que sucede con el expediente judicial, Olga se ilusiona con que el movimiento de los últimos días implique una nueva oportunidad. “No sé con qué me pueden salir. Yo quiero volver a trabajar. Entré por concurso hace 18 años y siempre estuve en el sector de ventas», detalla.
Todo cambió en 2020, luego de que presentara una denuncia por violencia laboral. «A partir de ahí empezó una persecución. Había conseguido una categoría y tres meses después me la quitaron sin ningún tipo de explicación. Todo terminó con el despido en abril del año pasado”, concluye.